domingo, 5 de mayo de 2019

El ser…sigue siendo la cuestión (por Mercedes Bruno)

Mercedes Bruno
Máster en Literatura extranjeras y comparadas. Profesora y Licenciada  en Letras 

Una de las cosas que más me gustan de Buenos Aires es su vida cultural y sorprendente. Un lunes a la noche, con la sala llena, “Rezar de noche” en El Camarín de las Musas hace honor a esa tradición de teatro independiente, iniciada en 1950 en Buenos Aires.
En un espacio despojado y gris, dos actrices y tres actores juegan al teatro y “se la juegan” bien. La escenografía minimalista emplea útiles escolares; se plantea la elipsis entre el tiempo pasado, el tiempo perdido y el presente. En una temporalidad suspendida, estos adultos jóvenes recuerdan su niñez y una crueldad que ¿sigue viva en su madurez? Esos adultos definen la vida y la muerte; el pertenecer o ser excluido, entre reglas y carpetas. La obra me recordó al clásico film de los 80 “Stand by me” de Rob Reiner, niños que comparten la complicidad y el testimonio de un crimen.
Se representa la violencia ejercida a un compañero de curso; un chico cuya mediocridad parece heredada de un padre violento. Interesante es el recurso por el cual este personaje, “El gordo Lele”, es omnipresente pero está constantemente ausente en escena. Los personajes parecen sacados de un cuento de Silvina Ocampo; son lúdicos, inocentes, crueles y múltiples. Los tres varones José Arrue, Alejandro Hener y Víctor Salvatore, se muestran como un yo escindido, son alternativamente: el bueno, el malo, el amigo, el galán, la conciencia. Los dos personajes femeninos parecen alegorías freudianas, Elena Acuña es puro “Ello” y Victoria Páez es el “Super yo”; tan adecuada que es la única que llama a la víctima por su nombre, le dice “Jorge” y no “el gordo Lele”.
Lo obra entra y sale del argumento. Exhibe su calidad de representación con parlamentos y coreografías. Todos los personajes fueron niños y son adultos; todos jugaron, amaron, sufrieron, rezaron por ellos mismo y por otros. Todos fueron víctimas y victimarios; todos fueron y son… Fieles a la tradición de Hamlet parece que la pregunta por “el ser”…sigue siendo la cuestión.