La pluma sensible de Dario Bonheur, nuevamente nos ofrece un
texto de su autoría, que se compromete con problemáticas que muchas veces la
sociedad prefiere esconder bajo la alfombra y no exponer, como al abuso
infantil y la violencia física / psicológica que se ejerce sobre los niños,
entre otros temas, que merecen tener visibilidad.
En esta oportunidad, Rezar de Noche, se centrará en un
pueblo no precisado del interior, donde un grupo de tres amigos ya adultos, se
reúnen para rememorar algunas situaciones de la infancia, cuando eran chicos e
iban juntos a la escuela. Aparece el recuerdo del Gordo Lelé, que era el blanco
de las burlas de todo el curso, se ríen recordando aquellas travesuras y como
se divertían a costa de el, pero también recuerdan, aunque desearían no
hacerlo, aquel fatídico día, en que un juego de niños, terminó en una tragedia,
que modificó por siempre la vida del Gordo.
Aunque quieren quitarle dramatismo al tema, la culpa parece
invadirlos, ya que ninguno de los tres pueden quitarse de la cabeza, las
imágenes de ese desgraciado día. El pasado ya es historia, pero este presente que los tiene ya adultos, parece no
lucir muy diferente, en cuanto a sus mentalidades.
Aparece en escena Margarita, ella también iba a la escuela
con ellos y recuerdan se sentaba con el Gordo Lelé. No habrá sido ella la
culpable de lo que pasó ?? La crueldad de la infancia, se transporta a la
adultez y ahora es Margarita, el blanco de las burlas, del destrato y del
bullyng.
Hasta allí contaremos, cuando vean la obra, descubrirán,
hasta donde podrá llegar la maldad de estos adultos, que sin perder de vista,
lo mal que se portaron cuando eran niños, no muestran intenciones de modificar
su macabro comportamiento.
La puesta de Ana Garibaldi, es cruda y realista, ya que sin
rodeos deja al descubierto una forma de actuar, que no debe naturalizarse. En
este realismo que mencionamos, mucho tienen que ver las buenas actuaciones, que
presenta la obra, de parte de un elenco joven y entusiasta.
El trío conformado por Víctor Salvatore, José Arrué y
Alejandro Hener, encarna a los malos de la película, son los que ejercen el
acoso y la violencia, siempre uniendo fuerzas, contra el más débil. Muy bueno
el trabajo de los tres, mostrando gran compromiso actoral y físico, ya que la
pieza, tiene mucho contacto corporal. En especial destacamos el trabajo de
Victor Salvatore, el galán del grupo. Con gran presencia escénica, recordamos
haber elogiado su trabajo hace poco tiempo en El Casamiento, una entrañable
obra del off y aquí volvemos a verlo en una muy buena composición.
La víctima es Margarita, interpretada por Victoria
Paez, con muy baja autoestima, y
culposa, parece acostumbrada al maltrato que recibe. Una composición muy destacada
la de Victoria, que se muestra frágil y
vulnerable tal como pide su rol.
Elena Acuña, también se luce en su composición,simulando una
amistad con Margarita, pero siendo en verdad egoísta y despiadada, con su
supuesta amiga.
La puesta por momentos es asfixiante y perturbadora, la
violencia que se ejerce sobra el más débil, resulta inquietante para el
espectador, que reconoce como cercanas las situaciones que se recrean en
escena.
La obra expone con mucho realismo, situaciones como el acoso
escolar, la crueldad que pueden llegar a tener los niños, graficando como
muchas veces, travesuras de la infancia pueden tener consecuencias graves y
generar traumas que se mantienen fuertemente en la adultez.
Rezar de Noche nos ayuda a reflexionar, sobre situaciones de
nuestra propia infancia y seguramente recordaremos algún hecho cercano de
crueldad infantil, que tal vez en su momento elegimos minimizar. Como siempre
ocurre en estos casos, celebramos cuando que el teatro, permite dar visibilidad a una prácticas lamentablemente
extendidas, logrando crear conciencia e invitando a luchar por una sociedad
mejor.
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