martes, 11 de junio de 2019

Crítica por Pensador Teatral


La pluma sensible de Dario Bonheur, nuevamente nos ofrece un texto de su autoría, que se compromete con problemáticas que muchas veces la sociedad prefiere esconder bajo la alfombra y no exponer, como al abuso infantil y la violencia física / psicológica que se ejerce sobre los niños, entre otros temas, que merecen tener visibilidad.
En esta oportunidad, Rezar de Noche, se centrará en un pueblo no precisado del interior, donde un grupo de tres amigos ya adultos, se reúnen para rememorar algunas situaciones de la infancia, cuando eran chicos e iban juntos a la escuela. Aparece el recuerdo del Gordo Lelé, que era el blanco de las burlas de todo el curso, se ríen recordando aquellas travesuras y como se divertían a costa de el, pero también recuerdan, aunque desearían no hacerlo, aquel fatídico día, en que un juego de niños, terminó en una tragedia, que modificó por siempre la vida del Gordo.

Aunque quieren quitarle dramatismo al tema, la culpa parece invadirlos, ya que ninguno de los tres pueden quitarse de la cabeza, las imágenes de ese desgraciado día. El pasado ya es historia, pero este  presente que los tiene ya adultos, parece no lucir muy diferente, en cuanto a sus mentalidades.
Aparece en escena Margarita, ella también iba a la escuela con ellos y recuerdan se sentaba con el Gordo Lelé. No habrá sido ella la culpable de lo que pasó ?? La crueldad de la infancia, se transporta a la adultez y ahora es Margarita, el blanco de las burlas, del destrato y del bullyng.

Hasta allí contaremos, cuando vean la obra, descubrirán, hasta donde podrá llegar la maldad de estos adultos, que sin perder de vista, lo mal que se portaron cuando eran niños, no muestran intenciones de modificar su macabro comportamiento.

La puesta de Ana Garibaldi, es cruda y realista, ya que sin rodeos deja al descubierto una forma de actuar, que no debe naturalizarse. En este realismo que mencionamos, mucho tienen que ver las buenas actuaciones, que presenta la obra, de parte de un elenco joven y entusiasta.
El trío conformado por Víctor Salvatore, José Arrué y Alejandro Hener, encarna a los malos de la película, son los que ejercen el acoso y la violencia, siempre uniendo fuerzas, contra el más débil. Muy bueno el trabajo de los tres, mostrando gran compromiso actoral y físico, ya que la pieza, tiene mucho contacto corporal. En especial destacamos el trabajo de Victor Salvatore, el galán del grupo. Con gran presencia escénica, recordamos haber elogiado su trabajo hace poco tiempo en El Casamiento, una entrañable obra del off y aquí volvemos a verlo en una muy buena composición.

La víctima es Margarita, interpretada por Victoria Paez,  con muy baja autoestima, y culposa, parece acostumbrada al maltrato que recibe. Una composición muy destacada la de Victoria, que se muestra  frágil y vulnerable tal como pide su rol.
Elena Acuña, también se luce en su composición,simulando una amistad con Margarita, pero siendo en verdad egoísta y despiadada, con su supuesta amiga.

La puesta por momentos es asfixiante y perturbadora, la violencia que se ejerce sobra el más débil, resulta inquietante para el espectador, que reconoce como cercanas las situaciones que se recrean en escena.
La obra expone con mucho realismo, situaciones como el acoso escolar, la crueldad que pueden llegar a tener los niños, graficando como muchas veces, travesuras de la infancia pueden tener consecuencias graves y generar traumas que se mantienen fuertemente en la adultez.

Rezar de Noche nos ayuda a reflexionar, sobre situaciones de nuestra propia infancia y seguramente recordaremos algún hecho cercano de crueldad infantil, que tal vez en su momento elegimos minimizar. Como siempre ocurre en estos casos, celebramos cuando que el teatro,  permite dar visibilidad a una prácticas lamentablemente extendidas, logrando crear conciencia e invitando a luchar por una sociedad mejor.


Crítica por Fernando Iturreta

El contenido intimidatorio de las acciones, de los gestos, de las palabras perduran en una sociedad que llega a quitar al individuo su propia voz; requiere ser hablado por otros, se desarma y se mutila por el juego asfixiante de la presión de un medio que no deja elegir el sentido de la vida.

Rezar de Noche, la obra de Dario Bonheur es el giro de ese taladro en los sentidos.

La puesta de Adriana Garibaldi dota de una coreografía sobre esa persistencia, de la tradición casi folklórica de un ambiente que oscurece las voluntades y esquiva las responsabilidades con acusaciones caprichosas de los que sostienen la historia, en el presente, en el pasado y con la certeza de su reiteración futura. Toda la síntesis de luz y escenografía es hábil para potenciar la expresividad de Rezar de Noche

Un elenco parejo: Victoria Páez, Victor Salvatore, José Arrué, Alejandro Hener y Elena Acuña en esta danza abrumadora que nos señala, ese malambo infame que nos sigue.

Fernando Iturrieta

Crítica por Jorge Moya (Radio Amadeus)

" Rezar de Noche" Es una pieza que trata sentimientos profundos, incómodos, recónditos. La niñez, la agresividad, el ninguneo, el quien es quien y quien se atreve a demostrar quien es. Un gran trabajo de Victoria Paez, muy bien acompañada con precisión por Victor Salvatore, Jose Arrué, Miguel Sorrentino y Elena Acuña. Un guion de Dario Bonheur que no deja en todo momento de calar profundo, en el alma de las cosas, esas tan simples de chicos, y luego tan complejas. Una obra dramática con acertados guiños de humor que relaja a la platea de tanto planteamiento. Llamativa puesta en escena y dirección de Adriana Garibaldi.

domingo, 5 de mayo de 2019

El ser…sigue siendo la cuestión (por Mercedes Bruno)

Mercedes Bruno
Máster en Literatura extranjeras y comparadas. Profesora y Licenciada  en Letras 

Una de las cosas que más me gustan de Buenos Aires es su vida cultural y sorprendente. Un lunes a la noche, con la sala llena, “Rezar de noche” en El Camarín de las Musas hace honor a esa tradición de teatro independiente, iniciada en 1950 en Buenos Aires.
En un espacio despojado y gris, dos actrices y tres actores juegan al teatro y “se la juegan” bien. La escenografía minimalista emplea útiles escolares; se plantea la elipsis entre el tiempo pasado, el tiempo perdido y el presente. En una temporalidad suspendida, estos adultos jóvenes recuerdan su niñez y una crueldad que ¿sigue viva en su madurez? Esos adultos definen la vida y la muerte; el pertenecer o ser excluido, entre reglas y carpetas. La obra me recordó al clásico film de los 80 “Stand by me” de Rob Reiner, niños que comparten la complicidad y el testimonio de un crimen.
Se representa la violencia ejercida a un compañero de curso; un chico cuya mediocridad parece heredada de un padre violento. Interesante es el recurso por el cual este personaje, “El gordo Lele”, es omnipresente pero está constantemente ausente en escena. Los personajes parecen sacados de un cuento de Silvina Ocampo; son lúdicos, inocentes, crueles y múltiples. Los tres varones José Arrue, Alejandro Hener y Víctor Salvatore, se muestran como un yo escindido, son alternativamente: el bueno, el malo, el amigo, el galán, la conciencia. Los dos personajes femeninos parecen alegorías freudianas, Elena Acuña es puro “Ello” y Victoria Páez es el “Super yo”; tan adecuada que es la única que llama a la víctima por su nombre, le dice “Jorge” y no “el gordo Lele”.
Lo obra entra y sale del argumento. Exhibe su calidad de representación con parlamentos y coreografías. Todos los personajes fueron niños y son adultos; todos jugaron, amaron, sufrieron, rezaron por ellos mismo y por otros. Todos fueron víctimas y victimarios; todos fueron y son… Fieles a la tradición de Hamlet parece que la pregunta por “el ser”…sigue siendo la cuestión.

domingo, 21 de abril de 2019

Crítica por Violeta Berger

Resulta inquietante asistir a la representación del sadismo infantil, algo atenuado desde la mirada adolescente, donde aún se reconoce con una dosis de franqueza que borrará la adultez, racionalización mediante.
Hemos participado en forma activa o como contempladores cómplices actos de salvajismo entre niños, en silencio y con clandestina complicidad. Lo salvaje no siempre expresado con violencia física, sino con exclusión o burlas. Verdaderos actos de crueldad.
El miedo más el silencio por obrar a espaldas de los adultos era conjurado mágicamente rezando de noche.
La obra tiene una puesta moderna, ágil y marcada como una coreografía, lo que muestra la esencia misma del conflicto. Presenta el tema con rigor, con una estética sobria y con excelentes actuaciones.
Se recurre a la filmación de una Margarita niña, tierna e inocente a quien la vida espera con el descarnado juego de los humanos.
Será porque "el hombre es el lobo del hombre"(Hobbes) , porque el hombre nace bueno pero la sociedad lo deshumaniza (Rousseau) ,porque el hombre es un ser social que el capitalismo corrompe (marxismo).
Tal vez, porque dentro de él mora el cerebro animal que lo precedió y su corteza cerebral llegy sólo para justificar tanta brutalidad (neurocientificos).
Lo cierto es que para las margaritas y los margaritas tiernos e inocentes sólo hay un breve y efímero paraíso, previo a socializarse.

Crítica de Sergio Sapio (La mirada O)

#Bullying es un anglicismo que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE), pero cuya utilización es cada vez más habitual en nuestro idioma. El concepto refiere al acoso y a toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico deliberado y continuado que se produce entre escolares, de forma reiterada y a lo largo del tiempo. De esto nos habla la obra del dramaturgo Darío Bonheur (Autor de "Sudores de niña virgen", "Fragmentos de un pianista violento", "Conversaciones", "El próximo verano" entre otras exitosas piezas teatrales) que se presenta en el Camarín de las Musas los lunes de hasta el 6 de mayo a las 21 horas. Cuenta con un destacable trabajo de dirección de Adriana Garibaldi que logra el ritmo perfecto para mantener la atención de los espectadores ante un tema tan difícil de tratar en escena, cada uno de los diálogos y silencios, tan bien cuidados por el autor, es sensiblemente interpretado por el excelente seleccionado de actores y actrices que le dan vida a personajes tan cotidianos como identificables por cualquiera de nosotros (Elena Acuña, José Arrue, Alejandro Hener, Victoria Páez, Victor Salvatore). En el transcuro de la obra la historia de "Margarita" o "El gordo" se van entrelazando y avanzan juntas e incoscientemente se hacen carne en nuestra memoria y nos deja reflexionando sobre nuestra infancia y la de quienes nos rodearon. Muy buena!!!! Fin de la conversación de chat Escribe un mensaje... Sinopsis: La obra trata de la crueldad de las relaciones en la infancia y la manera en que los adultos conviven con el niño que fueron. Los personajes visitan los recuerdos de infancia. Aquellos que llevan impregnados en la piel como un perfume que ya no se alcanza a percibir pero que los ha moldeado como los seres sociales que son hoy. Acarrean el estigma impreso en sus cuerpos por haber sometido a un compañero de escuela a un juego perverso. Intentan infructuosamente reacomodar las culpas.

sábado, 20 de abril de 2019

Poética de la crueldad de los niños (Por Luis Mazas)

Poética de la crueldad de los niños
TODOS LOS JUEGOS; EL JUEGO

Por Luis Mazas
(Teatrísimo/Radiozónica/CríticaPorCríticos)

MUY BUENA

Acoso escolar. En todo grupo de pibes hay uno / una, más débil. Los demás los “gastan” por “diferentes”. Tal vez sus características físicas, emocionales, no encajan en la media. Muy altos, muy bajos, excesivamente dóciles, volubles; se esfuerzan por ser admitidos, reconocidos, tenidos en cuenta. Se integrarán dificultosamente a un duro precio. Son esos; los tomados “de punto”. En “Rezar de noche”, Margarita es una niña así (como el gordo lento, que pierde una pierna). Lo que tienen en común los acosados, es que suelen mantener en secreto esa discriminación, que arrastran como el peso de un pecado. Una culpa por algo que hacen o no hacen, por lo que merecen ser tratados así. Todos hemos estado del lado bueno o del lado malo de la vereda. Fuimos víctimas o victimarios, inclusive, las cosas juntas, por ser acaso secuaces del castigo.
La dramaturgia de Darío Bonheur (“El próximo verano”), trabaja sobre este tópico. Y lo hace de un modo muy especial. Se agradece que lo poetice y no se lo tecnifique con sicologismos, sociologías vanas. El nombre de su estrategia dramática es el juego por el juego mismo y sus jugadores participantes. Daría la impresión de que el trabajo, que incluso lleva a alternar los roles entre los varones del equipo -en general los acosadores-, se desarrolle, crezca sobre el propio ejercicio y parezca alentarlo. En cualquier caso, Adriana Garibaldi, directora y puestista sensible, pone los tantos en movimiento, y dinamiza el resultado con la complicidad de una rítmica coreografía (de David Pundan), que apuntala la misma propuesta por el camino lúdico. Víctor Salvatore, José Arrué, Alejandro Hener, Elena Acuña, se prodigan en la tarea de traer desde sus experiencias de infancia, rasgos que plasman con sensibilidad; buen compromiso físico y emocional. Con Luis Eduardo Martínez como manipulador, el espacio fluido, abierto, multifuncional, facilita los cambios y transiciones, que proponen Félix Padrón y Aquiles Gotelli. Un párrafo aparte para la protagonista –Margarita-, vivida con seductora convicción por Victoria Páez, creando una criatura frágil, niña y adolescente, tierna, sugestionable, desconcertada; adorable por la íntima vulnerabilidad que le confiere la actriz, modelada con delicada expresión, mesurada forma. Contrasta, “dialoga” con ella y con nosotros, la niña feliz encerrada en el video blanco y negro. Ella desde el antes, le replica a la desolación de la amable chica diferente (da a pensar que los adultos, los padres, apenas sospechamos los desgarros en el tejido emocional de nuestros hijos). Envuelve el conjunto, sugiere, acompaña, la música original de Gustavo Popi Spatooco.
”Rezar de noche” es una bella propuesta del under, de esas que, si no ponemos atención en descubrir, se nos escaparía entre la nutrida propuesta de la cartelera. Puedo asegurarles que sería una verdadera lástima.

REZAR DE NOCHE
De Darío Bonheur. Dirección: Adriana Garibaldi. Intérpretes: Victoria Páez, Víctor Salvatore, José Arrué, Alejandro Hener, Elena Acuña; Luis Eduardo Martínez (manipulador). Espacio e iluminación: Félix Padrón, Aquiles Gotelli. Visuales: Leticia Barbitta. Música original: Gustavo Popi Spatooco. Coreografía: David Pundan. El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960; Caba). Lunes a las 21hs.