domingo, 21 de abril de 2019

Crítica por Violeta Berger

Resulta inquietante asistir a la representación del sadismo infantil, algo atenuado desde la mirada adolescente, donde aún se reconoce con una dosis de franqueza que borrará la adultez, racionalización mediante.
Hemos participado en forma activa o como contempladores cómplices actos de salvajismo entre niños, en silencio y con clandestina complicidad. Lo salvaje no siempre expresado con violencia física, sino con exclusión o burlas. Verdaderos actos de crueldad.
El miedo más el silencio por obrar a espaldas de los adultos era conjurado mágicamente rezando de noche.
La obra tiene una puesta moderna, ágil y marcada como una coreografía, lo que muestra la esencia misma del conflicto. Presenta el tema con rigor, con una estética sobria y con excelentes actuaciones.
Se recurre a la filmación de una Margarita niña, tierna e inocente a quien la vida espera con el descarnado juego de los humanos.
Será porque "el hombre es el lobo del hombre"(Hobbes) , porque el hombre nace bueno pero la sociedad lo deshumaniza (Rousseau) ,porque el hombre es un ser social que el capitalismo corrompe (marxismo).
Tal vez, porque dentro de él mora el cerebro animal que lo precedió y su corteza cerebral llegy sólo para justificar tanta brutalidad (neurocientificos).
Lo cierto es que para las margaritas y los margaritas tiernos e inocentes sólo hay un breve y efímero paraíso, previo a socializarse.

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