“Rezar de noche” es lo único que le queda a la pobre Margarita, víctima 
de la violenta situación a la que es expuesta. Ella apela a “Rezar de 
noche” por el Gordo, que víctima como ella, ha tenido un trágico 
desenlace. Y “Rezar de noche” parece el único salvavidas que no corre 
peligro, a diferencia de aquel al que el Gordo echó mano, sin prever el 
trato sádico del que sería objeto por parte de su cruel padre.
Porque esta obra que se estrena en El Camarín de las Musas es un 
inteligente retrato de los que Dario Bonheur nos tiene acostumbrados.  
Sus obras nunca dejan de sorprender. Así es que en “Hermosos 
Inconvenientes” hizo un musical original y creativo con Pepa Luna y 
Marisa Ini. En “Conversaciones” armó tres historias dramáticas que solo 
al final se entrelazaban de manera inteligente, con un elenco de primera
 liderados por la excelente Ruby Gattari. En “Sudores de Niña Virgen” 
nos estremeció con una grave denuncia muy bien tratada acerca de la 
desaparición y trata de mujeres jóvenes. Lo mismo sucedió con “Los 
infelices, la pesca terminó” y con “Fragmentos de un pianista violento”.
 Y en “El Próximo Verano” –recientemente re- estrenada-  una obra de 
humor negro que en tono de comedia.
En esta obra retrata los 
posibles tratos sádicos –hoy llamados bullying- de los que pueden ser 
víctimas los chicos, pero los adultos también. Nos muestra además como 
estos personajes necesitan del grupo para llevar adelante dichos tratos,
 y como además, el victimario puede ir cambiando en tanto papel que 
cualquiera puede desempeñar en la pandilla de pares, cuando esta 
situación se presenta.
Porque además este trato sádico y cruel -que 
fuera descripto como constitucional por algunos autores- resulta algo de
 lo que nunca estamos exentos a nivel individual, ni grupal ni social, 
como tantas experiencias que observamos en nuestra Sociedad  de modo 
casi cotidiano.
Porque la habilidad de la pluma de Bonheur, muy bien
 captada por Adriana Garibaldi en la dirección, es mostrar esta pintura 
del sadismo en toda su extensión, donde victimarios y víctimas pueden 
mutar al infinito en una simetría especular.
Las actuaciones de 
Victoria Paez, Elena Acuña, Alejandro Hener, Victor Salvatore y José 
Arrué son de destacar. Todos logran una armonía y trabajo en equipo que 
denota horas de ensayo para ponerse en la piel de estos personajes, 
todos sufridos y con una soledad que intentan simular armándose de un 
sadismo encubierto. Los varones lo acompañan de pasos coreográficos 
adecuados en un estilo de malambo “machista” presente en estos 
movimientos.
La escenografía sencilla y despojada resulta eficaz en 
aquello que se quiere mostrar a través de biombos corredizos. Lo mismo 
ocurre con los efectos visuales y con la música que acompaña en los 
momentos claves de la obra. La utilización de maderas para producir 
efectos sonoros resulta muy adecuada. Muy recomendable!
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