REZAR  DE NOCHE    
de
    Darío Bonheur
EXCELENTE
Una
 niña feliz en un video. Juega, baila un poco, saluda a quien la filma. 
Disfruta actuar frente a la cámara. Sonríe. Ahora
    creció. La vemos frente a nosotros, en escena. Es una adolescente 
introvertida, acomplejada. En algún momento perdió su autoestima. Siente
 y asume culpas que no les son propias. Sufre. El texto
    de Darío Bonheur nos introduce en uno de los posibles mecanismos de 
la metamorfosis: el acoso infantil. Los personajes crecieron juntos, 
compartieron aulas y juegos y juntos entraron a la
    adultez. ¿Dónde y cómo se genera esa falta de empatía, ese desapego 
hacia sus compañeros, aún hacia aquellos que no dudan en calificar como 
amigos? La violencia, verbal y física, parece ser la
    forma de comunicación y todos terminan siendo víctimas. En este 
mundo infantil/adolescente que retrata Bonheur casi no hay adultos. No 
hace falta nombrarlos, sabemos que están detrás y el único
    al que se hace referencia, el padre de un personaje aludido, resume 
causas y efectos. El texto es tan claro en sus intenciones como oscuro 
en sus efectos sobre el espectador, sobrepasa lo
    meramente discursivo para ser absolutamente teatral y ante el cual 
es imposible permanecer indiferente.
La puesta y dirección de Adriana Garibaldi se
 ajusta perfectamente a ese
    texto. Un simple mecanismo escenográfico, un acertado uso de la 
iluminación y la música original de Spatooco le dan el clima justo, que 
en sus mejores momentos es angustiante. Los cinco
    protagonistas se comprometen a fondo con la propuesta, aunque 
Victoria Páez se destaca por la relevancia de su papel.
Una obra fuerte sobre una problemática cada vez más actual y preocupante que merece ser vista y recomiendo absolutamente.
Redactor: Fernando Casiraghi
Vista el 11/03/2019
 
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